Te envuelve la brisa de un mar perfecto,
el oxígeno y la vida en miniatura del agua perfecta.
Y las puntas de la estrella sopapa en mis manos,
que también son tus manos y también son perfectas.
Y una extraña extrañeza innunda el corazón
que habita cada kilómetro que te separa de la realidad.
Todavía escucho a cada rato tu voz que arde de tan cálida,
tu risa cerrada para mí de tan esbozada al mundo.
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